Hou Hsiao-hsien.
Uno de esos directores que no admiten opiniones intermedias. O le amas o le
odias.
Y sin embargo creo que sus películas exigen
cierto equilibrio. Equilibrio entre la innegable belleza de cada de sus fotogramas
y su voluntarioso afán, tal vez pretencioso, de que no se le entienda.
Caminar por bosques, entrar en una casa,
sentarse en cojines… En la mano de Hsiao-hsien todo eso parece una
experiencia estética del mayor nivel. Aunque luego no sepas ni qué te está
contando, ni por qué esas reacciones en los personajes, ni se pueda deducir a
qué viene tal giro de guión.
Hsiao-hsien podría ser Zang
Yimou pero no quiere. Igual hace bien. Él va a su aire, pausado, calmo.
Hasta una supuesta peli de acción como ésta exige la paz o como él dice: como alguien sentado a orillas de un
torrente rápido que no se pierde nada de lo que pasa: las ráfagas de movimiento
y los momentos de calma.
Yo te digo lo que hay. No me hago
responsable de lo que tú decidas hacer.