Las películas
internacionales de Vigalondo siempre son muy superiores a las que
realiza en España. No se debe a que los intérpretes sean mejores o no. Y quizá
sólo se debe un poquito a la producción. La razón principal por la que son
mejores es que son más universales, menos localistas.
Colossal es muy original, un punto central como motor de la
acción que resulta verdaderamente fresco y que aporta una perspectiva novedosa.
Y ese núcleo se utiliza para indagar en la complejidad de las relaciones y lo
mucho que tardamos, en ocasiones, en percibir cómo son los otros. El instinto
funciona mucho mejor que la razón.
Hay algunos largos
diálogos que no acaban de funcionar del todo, pero hay otros que sí resultan
muy sugerentes. Me gustó toda esa escena del petardo en el bar.
Vigalondo también es hábil al despreocuparse por buscar
explicaciones científicas o mágicas o lo que se quiera. De nuevo el instinto
del espectador es preferible a tratar de racionalizarlo.
El grupete de actores
está bien elegido. Anne Hathaway sabe tratar el drama con un personaje
que tiene mucho de cómico, Jason Sudeikis con una evolución interesante,
Tim Blake Nelson muy en su línea de perdedor y Dan Stevens como
ese novio controlador que siempre sabe lo que le viene mejor a su novia.
Hasta el momento el
mejor largo del director.
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