-¿Le apetece tomar algo
mientras roba?
Ben Affleck vuelve a dirigir muy bien. Pero no lo hace
tan bien a la hora de escribir.
Dirigir: una
ambientación de los años 20 y 30 impecable, buenos diálogos y un puñado de
escenas magníficas, bien planificadas, elegantes, con algunas situaciones
novedosas.
Escribir: no hay un
centro. La historia no está entrelazada. Los relatos son como cuentos
independientes que se suceden uno a otro. Aparecen de súbito y desaparecen de
golpe para dar paso al siguiente: primero la mafia irlandesa, luego la italiana,
luego la cubana, luego el Ku Klux Klan, luego la predicadora… Y le sobran los
múltiples epílogos.
Esa descompensación
duele porque pudo ser una gran película. Pero merece la pena aunque sólo sea
por ese tiroteo final en el hotel y, sobre todo, esa conversación entre el
propio Affleck y Elle Fanning en la cafetería donde la chica, con
los pocos minutos que tiene, se lleva el gato al agua. Gran escena.
Logra ser intensa y con
un ritmo eficaz. Me encanta el encuentro con el jefe del Ku Klux Klan
-¿Me amenazas con otros
tíos que están por encima de ti?
-Así es.
-Entonces, ¿qué coño
hago hablando contigo?
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