-Soy tu amiga y, como amiga, tengo que
decirte esto: no me interesas tú ni tus problemas.
En el fondo el argumento es muy similar al
de Buscando a Dory. Podría
titularse Buscando a Max. Sé que
valoré poco Buscando a Dory,
pero entonces ves lo que hacen otros, ves Mascotas y, caray, Pixar demuestra que sigue siendo el número
uno.
No sé. Creo que soy el único humano en el
planeta que no tiene una mascota. Tal vez por eso no le pillo la gracia a esta
peli. Para que quede claro: estoy de parte de ese conejito tan dulce, tan
mimoso, tal malvado, tan siniestro. En la lucha entre mascotas y animales
callejeros me pongo de parte de estos últimos, de los retratados como malos en
la peli.
¡No a los animales domesticados!
Tiene algún que otro golpe bueno, alguna que
otra tímida referencia al cine clásico, pero el conjunto más bien me aburre.
Sus persecuciones son sólo persecuciones, un batiburrillo de ocurrencias. En Buscando a Dory había tensión,
suspense, intriga. Drama. Esa angustia de tratar de saber cómo van a salir del
lío.
En Mascotas
no. Todo me da igual. Pasan muchas cosas y ninguna tiene emoción. Y la forma de
resolver el conflicto es bastante sosilla.
O igual soy yo, que sigo sin mascota.
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