Giuseppe Tornatore
tiene en su haber obras maestras y grandes peliculones. Cinema Paradiso, Pura formalidad, La leyenda del pianista en el océano… Ante alguien que dirige esto hay que quitarse el
sombrero, inclinar la cabeza, rendirle homenaje.
Otras veces es para coger y darle una
paliza. Por pesado.
La correspondencia se encuadra en esta última sección. La que
te dan ganas de averiguar donde guarda el coche y rayárselo hasta que no se
sepa de qué color es.
Amy Ryan (no la actriz, es el personaje que
interpreta Olga Kurylenko) estudia astrofísica, es amante de su profe (Jeremy
Irons) y, además, es especialista de cine en escenas de riesgo.
La peli cuenta su relación a través de
e-mail, whatsapp, skype, cartas convencionales… Su relación en retrospectiva. Porque
él ya está muerto, aunque ha previsto que a ella le sigan llegando mensajes. No
te cuento nada esencial, no te preocupes, te enteras enseguida.
Dos horas muy repetitivas, pesadas, que
cuentan poca cosa, casi nada. Hay que destacar el esforzado trabajo de Kurylenko
y considerar que quizá Tornatore haría un buen film de acción a juzgar
por las escenas que ella rueda.
Bonita en planificación, casi nula en
contenido, aburrida hasta decir basta. Y un poquito cursi también.
No hay comentarios:
Publicar un comentario