3/7/16

Demolición

Esta película es un buen ejemplo de por qué no se debe elogiar en exceso a un director. Después de los excesos bondadosos de la crítica para con Dallas Buyers Club, Jean-Marc Vallée se cree con derecho a hacer cualquier cosa.
Demolición es la historia de Davis, un tipo cuya esposa muere, y a quien se le va pinza. Una historia de tocar fondo para luego levantarse.
Se ha contado esto unas dos mil veces. Y, al menos la mitad, lo cuentan mejor. Más allá de ciertas rarezas, unas pocas veces graciosas, la mayoría de las veces ridículas, la película es, sobre todo, la demolición de la paciencia del espectador.
No es que no haya química entre Jake Gyllenhaal y Naomi Watts, es que ni siquiera te crees su relación. Todo resulta demasiado forzado, incluso esa crisis emocional. Demasiado loca para estar controlada, demasiado controlada para ser tan loca.
En esta clase de cosas el cine europeo sí que da mil vueltas al americano. Demasiado epidérmico, demasiado ligero. Los americanos no llegan a tocar la verdadera profundidad.
Flojita.

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