Idol ejemplifica muy bien esa doble vara de
medir, ese jugar con dos barajas, que emplean algunos críticos ideologizados.
Idol podría ser el típico musical estúpido
creado por Disney. Podría ser la antigua Hannah
Montana o la nueva Jem y los
hologramas. La mayor parte de los críticos (con buen criterio) ni se
acercaría a verla y los que tuviesen que verla (por compromiso) la pondrían de
vuelta y media.
Pero resulta que Idol no es de Disney. Es palestina y habla sobre un chico de
Gaza que quiere participar en el American
Idol de la zona (léase Arab
Idol de El Cairo). Y eso lo cambia todo. Y muchos críticos que no saben
deshacerse de la ideología empiezan a decir estupideces como si estuviesen
borrachos.
En fin. Idol es una tontería del montón, previsible de principio a fin
y que intente imitar en ocasiones a Slumdog
Millionaire da penita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario