Sacerdotisa anglicana exorcista y asesora de
la policía para casos de ocultismo. Y no es una comedia. Templarios, lectoras wicca de Tarot y todo el paquete completo. ¡Y no es una comedia! Se lo toman
en serio, los tíos.
Son tres capítulos muy tramposos. Toda la
estética, la iconografía, remite hacia el terror. Pero en realidad la solución
es policiaca… mundana. Y, dejando al margen ese engaño al espectador, deja un
montón de cabos sueltos porque lo sobrenatural carece de sentido dentro de la
historia. Unos pirados supersticiosos no tienen nada que ver con posesiones.
En este sentido el final del capítulo 2 es
una vergüenza, un cliffhanger del que
nunca volveremos a saber.
Hay pocas pelis de exorcismos bien
desarrolladas. Pero es peor aún una de exorcismos en la que no hay exorcismos.
Los últimos 20 minutos son de lo más ridículo.
Dicho todo esto, seguro que a muchos les
gusta por su aire chungo y por ser, ciertamente, diferente. Pero creo que hay
que hacer cosas diferentes que, además, tengan algún sentido.
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