Me encanta esta serie. Mucho. A los actores
que interpretan a los policías no les exigen experiencia en desfiles de
modelos.
Es gente normal dentro de un mundo agresivo.
Gente muy normal, auténtica, que te hace sentir que es real. Rellenitos,
calvos, demacrados… Esa cocina no es de diseño ni está ordenada, es la cocina
de tu casa y es caótica. Y a la vez son personajes enormes, escritos
minuciosamente, interesantísimos.
Gente normal muy interesante. Qué pocas
veces vemos eso.
No necesita la truculencia para ser
dramática. Intensamente dramática. Una bronca a dos agentes o una tarjeta de
felicitación alcanzan una fuerza enorme. O esa charla entre madre e hijo sobre
un viaje a Estados Unidos que termina de un modo definitivamente abrupto. O
incluso algo suave como la conversación con la directora del colegio,
desgranando todos los argumentos, tiene una garra enorme.
Ese cruce de las dos (poli y profesora) en
la puerta, sin una sola palabra, apenas unos segundos, se vuelve electrizante.
Catherine Cawood es una de las mejores polis
que he visto en pantalla. Por su fragilidad, sus problemas, su cabezonería, su
honradez. Su enorme humanidad.
-Y después alguien debería pasarse por su
casa en Upper Brunswick Street, tener una charla tranquila con ella e invitarla
a coger el camino de regreso a Linlightgow.
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