-Huele a hogar ajeno.
Este país no anda muy sobrado en cuanto a
estrenos de anime japonés. De pronto, en una misma semana, estrenan dos. No es
cuestión de desaprovechar la ocasión, así que hoy vamos con El recuerdo de Marnie y mañana con El cuento de la princesa Kaguya.
Un túnel significaba para Chihiro el camino
a su madurez. Aquí es un resbalón en las escaleras de una colina lo que lleva a
Anna a su evolución, a la casa de la laguna donde vive Marnie, al misterio. Y
será Marnie, tan bella, tan extraña, tan mágica, la que le enseñe a remar en
las aguas de la vida. Marnie, tal vez una amiga invisible, tal vez un fantasma,
tal vez real. Porque otros también conocen a Marnie y para cada uno de ellos
significó algo distinto.
Es una historia sobre el pasado. El pasado
que odiamos, del que luchamos por deshacernos y, al mismo tiempo, nos aferramos
a él. El pasado que no nos gustaría haber tenido pero que, sin embargo, nos ha
convertido en lo que somos.
Una película muy onírica. Todo transcurre como
en la ensoñación de un duermevela.
-¿Podría hablarnos de Marnie?
-Temo que es una historia muy triste.
Sí. Lo es. Pero también cargada de esperanza
y, como todo lo que hace Ghibli, de belleza.
-Marnie. La niña atrapada detrás de la ventana
de la mansión.
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