-¿Qué te sucede? Abadonaste tu telar y el
jardín se volvió salvaje.
Kaguya nace de un tallo de bambú. El
cortador de bambú y su esposa la crían como si fuese su hija. Pero el padre
sabe que es una princesa divina y decide instalarse en la capital. Por suerte
tiene una madre.
Pretendida por muchos hombres, rechaza a
todos. Ella proviene de la Luna y debe volver allí. Y, al mismo tiempo, siente
añoranza por la vida en la pobre cabaña del pueblo.
Es una película dibujada a acuarela y
carboncillo, con una poética llena de lirismo. Es, al mismo tiempo una leyenda
del siglo X, un relato en el que la princesa pone pruebas a sus pretendientes,
cómo ellos pretenden engañarla y cómo ella les pone en evidencia.
Siendo de Takahata esperaba un dramón del
estilo de La tumba de las luciérnagas,
pero es algo muy distinto. Sencilla, sin un ritmo definido, una sucesión de
anécdotas, una historia que fluye suavemente y con toques sutiles de humor.
Una historia acerca de los cambios
imprevisibles de la vida, los proyectos rotos y los nuevos comienzos. No es
para niños y exige un público adulto que sepa adaptarse a la extrañeza estética
y argumental.
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