14/3/16

Divergente: Leal

Admito que, en esta ocasión, me he entretenido algo más que con las dos películas predecesoras. Dos causas. La primera es que por fin vamos más allá del muro, dejamos de darle vueltas a la inverosimilitud de las castas y a la injustificable trama alargada innecesariamente. La segunda es que hay escenas de acción originales y atractivas en un mundo exterior imaginativo. Y conocemos a los verdaderos malos.
El principal problema es que sigue habiendo muchas cosas difíciles de aceptar. Imposibles de aceptar. Ese gas. Ay, ese gas. ¿Por qué piensa la líder que solo afectará a quienes le caen mal? ¿Y por qué el tío que lo controla todo (hasta las puertas que se abren y se cierran) no controla el gas tan decisivo? ¿Se ocupó solo de controlar chorradas?
La sensación es que los guionistas, cuando no sabían cómo salir del atolladero, simplemente pasaban de ello y tiraban para adelante.
Se deja ver pero mi actitud es como la de los niños pequeños en un viaje pesado:
-¿Falta mucho?
Una más, me dicen, solo una peli más. Enseguida llegamos.

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