Es lo de siempre pero con tres cosas buenas.
La primera es que está mucho mejor rodada
que las anteriores. Sigue siendo igual de absurda, la acción no tiene ningún
sentido, la trama menos. Pero al menos te aclaras con los puñetazos, las peleas
y las explosiones.
La segunda es Mel Gibson, que compone
un malo excelente, un verdadero capullo. Carga de intensa malicia a su
personaje y deseas verlo muerto. En las pelis anteriores eran unos imbéciles y
no conseguías entender cómo no habían muerto en la infancia al cruzar la calle.
La tercera cosa es Antonio Banderas,
histriónico a tope, pero graciosísimo. Hablando sin parar, cantando Soy el novio de la muerte, ligando con
la única chica del equipo en mitad del tiroteo... Un auténtico plasta. Se
merece un spin off para él solo. Menudo personaje.
Sólo para fundamentalistas del cine de
acción ochentero.
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