22/12/13

Lluvia de albóndigas 2

Uno de los motivos por los que me gustan los dibujos animados es porque en ellos se encuentran con frecuencia cosas innovadoras. Tanto en técnica como en guión. Se atreven a ir más lejos que las películas de imagen real.
Pero últimamente la manía de las sagas se les ha contagiado. Y aquí no hay excusas de presupuestos o límites creativos. Las sagas animadas son el más claro ejemplo de la ausencia de imaginación en los guiones.
No es mala película pero no aporta nada nuevo. Toda esa isla de comidanimales está demasiado recargada. Hay tantos detalles que no se puede prestar atención a todo y así, su posible espectacularidad, queda diluida en el marasmo. Tantos personajes acumulados impiden profundizar en cualquier conflicto.
Los personajes que tuvieron algo de relevancia en la primera parte, repiten y se suman otros. Y es obvio que muchos sobran, que ya los hemos olvidado y que sólo permanecen en la mente de sus creadores. Y aquí no pintan nada.
Demasiado infantil y con poca cosa que ofrecer a un público adulto. Pero para peques está bien. Es un atracón de colorines y seguro que disfrutan con esas comidanimales tan tiernas.
Debo reconocer que me pasé la mitad de la película pensando en lo mucho que se parece Sam Sparks a la Felicity Smoak de Arrow. Le han añadido esa coleta y esas gafas que no tenía en la primera parte

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