10/5/11

Cuentos de Tokio

No es fácil describir el cine de Yasujiro Ozu. Lo primero que se me viene a la cabeza es decir:
-Este tío es la leche.
Pero, claro, eso no especifica la profundidad humana y psicológica de su cine. Ozu es el cronista de la occidentalización de Japón, el director de la cámara a casi ras de suelo, el de elipsis magistrales. Su cine es simplicidad demoledora. Puedes pensar que en la pantalla no pasa nada y, cuando quieres darte cuenta, descubres que ha ocurrido todo, te ha hablado de todo, te ha explicado todo. Te ha infiltrado con un goteo de sentimientos y ya no puedes escapar de él.
En Cuentos de Tokio narra la historia de un matrimonio ya mayor que viaja a Tokio y Osaka para ver a sus hijos, nietos, amigos... Y descubren que quien realmente les quiere y se preocupa por ellos es la nuera, ya viuda.
No hay clichés ni estereotipos, pero todos nos reconocemos. Porque son personajes auténticos, tan auténticos que resultan estremecedores.
Todo es cámara fija. Menos un plano. Hay un plano que es un travelling ligero, lento, corto, casi pasa desapercibido. Pero es un travelling poderoso, cargado de sentido y que contiene la decepción entera que el mundo puede fabricar. Una valla, desplazamiento, y ellos, sentados, solos, en la acera, sin saber dónde van a dormir.
Y unas palabras para resumir una vida:
-Keizo. Mírala. Ya descansa.
Es hora de ofrecerle incienso.

2 comentarios:

Eduardo de Nó dijo...

En la búsqueda de blogs con los que poderme sentir identificado acabo de toparme contigo, permíteme el tuteo, y me ha gustado. Me ha gustado ese tono tranquilo en el comentario y tras el cual se nota la reflexión. Me ha gustado poder leer sobre cine, que es una de mis pasiones y a la que no puedo dedicar todo el tiempo que desearía.
Enlazaré tu blog en el mio y te seguire todo cuanto pueda.
Un abrazo. Eduardo.

Individuo Kane dijo...

Encantado de conocerte virtualmente. Ya veo que en tu blog tienes enlaces variados: cómic, fotografía, educación...
Admiro a los maestros. Yo nunca me atreví a meterme en semejante profesión. Me parece heroico. Tengo un tío y una tía que son maestros (uno ya jubilado) y... guau... vaya paciencia que tenéis que tener.
Te seguiré con frecuencia.