Me ha llevado casi tres años ver los 86 capítulos de esta serie. Pensé verme uno por semana pero, con frecuencia, otras cosas precedían mi atención. Después acudí a la policía, pidiendo guardaespaldas, nueva identidad y el programa de protección de testigos. Me lo negaron aduciendo que, aunque pensara escribir mal de Los Soprano, eso no era motivo suficiente para otorgarme lo que pedía. Un poli incluso me dijo que por qué querría escribir mal de Los Soprano.
Me fui de la comisaría convencido de que me encontraba ante un poli corrupto, que los tentáculos de la familia de New Jersey llegaban a todas partes y que más me valía no volver a abrir la boca si no quería encontrarme con unos zapatos de hormigón.
Así que, desde mi escondite, una vez más, en contra de lo que dicta la mayoría, tengo que dar mi más sincera opinión: Los Soprano no me parece tan buena como se dice. Y voy a dar mis razones, claro, que para algo me juego la vida frente a una legión de fans.
Primero: los personajes no evolucionan. Puedes saltarte temporadas enteras y Tony Soprano sigue siendo el mismo tipo rudo y primitivo, Carmela sigue con su tren de vida mientras finge que no sabe lo que pasa, Anthony Soprano Jr. sigue a punto de empezar la Universidad (¡las 6 temporadas!) y Meadow a punto de decidir qué especialidad hacer (¡las 6 temporadas!). Puedes perderte algún año entero y sólo habrá cambiado algún primo que se han sacado de la manga. Estaba en la cárcel, ahora está con nosotros, le damos un trabajo... Y está claro que, al final, se lo cargan. Para inventar a otro pariente. Incluso lo hicieron con Steve Buscemi. Serán tarugos. Desde que muere la madre de Tony Soprano todos los personajes se estancan.
Segundo: como consecuencia de lo anterior la trama es repetitiva, cíclica. ¿A nadie le cansa que Tony Soprano deje la terapia psiquiátrica y vuelva a retomarla 6 o 7 veces? ¿Sólo a mí me agotan los 17 funerales indistinguibles unos de otros? ¿Las 172 comidas y cenas en el restaurante italiano? ¿Las 100 reuniones de garito para ver si lleváis micrófono o no? ¿Las docenas de pifias imperdonables que a Moltisanti perdonan (hasta el final claro)? ¿Los asesinatos sin nada original, iguales unos a otros? ¿Desde cuando la repetición rutinaria de acontecimientos es un mérito artístico en sí mismo? Y, por cierto, ¿sólo a mí me parece que Moltisanti es absolutamente inverosímil, imposible, un chiste? Quiero decir: nadie puede ser tan imbécil en una serie dramática.
Tercero: ¿De verdad alguien se cree las enfermedades de Junior, tan convenientemente distribuidas, tan adecuado que tenga Alzheimer en los momentos precisos y en otros esté lúcido y luego otra vez sí y luego otra vez no? ¿Alguien se cree a Gualtieri y Dante, tan leales que aburren, hasta que se ponen a cuestionar las cosas por una chorrada?
Hay algunas cosas buenas. El personaje de Janice Soprano, por ejemplo, tan insoportable. O el asesinato de Adriana, tan injusto y brutal.
Pero, en mi opinión, lo único meritorio que tiene esta serie es la construcción de ese individuo llamado Tony Soprano, una imposible mezcla de Michael Corleone y Homer Simpson que, contra todo pronóstico, funciona.
Durante algunos capítulos. No durante 86.