20/2/10

Percy Jackson y el ladrón del rayo

Hay algunas cosas espléndidas dentro de esta mamarrachada. Me encantó ese Hades visto desde la barca voladora de Caronte: un metamorfoseado Hollywood candente, un Los Ángeles infernal.
Pero hay que ser un inconsciente para hacer mezclas con tanta frivolidad. Harry Potter las hacía pero lograba la suspensión de incredulidad. Aquí no.
Porque si Hollywood es el Hades, el Empire State es la puerta del Olimpo y Nashville es Atenas. Los bolígrafos son espadas y los iPod espejitos, espejitos mágicos. Los casinos de Las Vegas son los antros de los comedores de loto. Los coches deportivos conviven con minotauros, los videojuegos con los peplum. Las Converse voladoras son las zapatillas de marca del alado Hermes. Las ninfas van en biquini y las hidras son guardas de seguridad en museos.
Y, en fin, Medusa lleva unas gafas de sol con andares de Beatrix Kiddo, lo más gracioso de toda la película, una Uma Thurman que se divierte de lo lindo. No te pierdas el fragmento entre los créditos finales.
Todo esto podría ser gracioso. Pero la película pretende ir en serio. Podría ser serio. Pero quieren ir de graciosos. Y, en esa duda, simplemente se pasa el rato.

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