Siendo de Tarantino, obviamente, es peculiar.
Su estructura en capítulos no es meramente una sucesión. Son casi cortometrajes que podrían funcionar aisladamente. Cada uno tiene su tempo propio, un ritmo distinto.
Es un juguete, una gansada, un cómic. Pero terriblemente bien hecho. No me ha subyugado tanto como lo hiciera Kill Bill pero sirve para demostrar que nadie sabe tanto cine como él. Preciosas todas esas escenas sobre el cine, alrededor del cine, el hall del cine, la calle del cine, los diálogos sobre Riefenstahl, sobre Pabst, los carteles, la cabina de proyección, su lección sobre el celuloide (una voz en off que aparece ahí de repente)... Pero también maravilloso cómo lo planifica, los colores que usa...
Bueno, basta con ver el inicio. A ver cuántos directores se atreverían a empezar su película con un diálogo entre dos tipos de 25 minutos. En realidad, casi, un monólogo, porque el otro está bastante aconejado.
Y la escena de la taberna. Charlas insustanciales, jueguecitos de adivinar el personaje y el espectador pensando en cómo diablos va a acabar todo aquello. Y, claro, acaba con un tiroteo rápido y fabuloso.
Dicen que si Brad Pitt esto y aquello... Pues es verdad que no es uno de sus papeles memorables (El club de la lucha, Snatch, cerdos y diamantes, Doce monos) pero ya les gustaría a muchos manejarse con la fluidez con que se maneja aquí.
-Para estar en el Carnegie Hall hay que practicar mucho.