5/7/08

Esencia de mujer

Tenía un recuerdo vago pero satisfactorio de esta película. Hoy día me dejó indiferente.
Al Pacino, como siempre que sobreactúa, pierde credibilidad.
Lo que realmente sobra, porque está trillado, visto, desgastado y reproducido medio millón de veces es el discurso final. Curiosamente recordaba el discurso como algo original. Pero no, es la escena del tango lo que tiene algún valor. La llegada de Al Pacino al colegio, el peculiar tribunal, las amonestaciones del profesor y hasta las interrupciones de los diálogos en los momentos oportunos, resulta tan forzado, tan manipulado, que es como otra garantía de la vacuidad evidente de las palabras finales.
Y por más que el ciego provocador truene y diga tacos, no hay nada verdaderamente trascendente.
Me sirvió para ver cómo eran por aquel entonces Chris O'Donnell y Philip Seymour Hoffman, un par de chavalines en los que ya se podía adivinar que uno no tenía tablas y el otro sí. Y, además, estaba alguien que no me esperaba: Bradley Whitford. Éste sí que se conserva bastante bien (o igual es que antes ya estaba un poquito desmejorado).

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