19/2/08

Pozos de ambición

Iba a decir que hay que ser un buen actor, muy bueno, para hacer frente a Daniel Day-Lewis y no morir en el intento. Lo que pasa es que sí muere. Pero ya me entiendes. Me llamó la atención que un veinteañero como Paul Dano tuviese tantas tablas, más aún teniendo en cuenta que, el siempre barroco Paul Thomas Anderson, debió someterle a unos cuantos tests de histrionismo.
Pozos de ambición es una película barroca. Es barroca cuando exagera en explosiones de ira y es barroca cuando fotografía la sobriedad de paisajes pedregosos. Es barroca en su música estridente y persistente. Es barroca en los sentimientos.
Supongo que es ese barroquismo lo que no acaba de encajar con sus aspiraciones de epopeya clásica. Buscaba algo de Ciudadano Kane, de Lo que el viento se llevó. Hasta algo de Falcon Crest.
Le falta, en alguna parte, un algo, un qué, una cosa, que la convierta en algo imperecedero. Creo que no lo han encontrado.
De todos modos hacía mucho, mucho tiempo, que no se me pasaban dos horas y media de película sin mirar al reloj. Ni Harry Potter.

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